(Saint Maurice, Scine 1798 - París 1863)
Ferdinand-Victor-Eugène Delacroix, pintor francés. Fue, sin duda, el mejor pintor del movimiento romántico en Francia. Según ciertos historiadores, Delacroix debió ser en realidad hijo natural de Talleyrand.
De temprana vocación, ingresó en la Escuela superior de Bellas Artes a
los dieciocho años, en el estudio de P. Guérin, discípulo de David y
continuador de las fórmulas neoclásicas. Allí conoció a Géricault y a
Raymond Soulier, quien lo inició en la acuarela. A la influencia de
Géricault se debió probablemente el interés que siempre experimentó Delacroix por
la pintura de animales; copió en sus comienzos obras de Géricault, así
como de Rubens y Goya, a quienes admiró, lo mismo que a Constable y
Veronés.
Su primera composición importante fue Dante y Virgilio en los Infiernos (Louvre), obra expuesta en el Salón de 1822 y adquirida por el estado. Las matanzas de Quios (Salón
de 1824) fue, sin embargo, duramente atacada, a causa de la evidente
influencia de la pintura británica, lo que suponía el abandono del
tradicional catolicismo de los franceses.
Durante algunos meses de 1825, residió en Londres dónde reforzó su
antigua amistad con Bonington y conoció a Mrs. Dalton, que desempeñó un
importante papel en la vida sentimental del pintor. En Londres
experimentó el encanto del suave colorido británico, la abundancia de
los motivos estéticos medievales, el influjo de la literatura británica,
especialmente Shakespeare, Byron y Scout. También fue allí donde
comenzó a apasionarse por la acuarela. Muy joven, se situó a la cabeza
del movimiento romántico pictórico. Estudió a los pintores venecianos,
españoles y flamencos, la anatomía de los animales, las miniaturas
persas, las iluminaciones medievales.
En 1828 envió al Salón su Sardanápalo (Louvre), obra tan atacada como Las matanzas. Su cuadro más popular, La libertad guiando al pueblo,
le valió la cruz de la Legión de honor. En 1832, agregado a una misión
diplomática, visitó Marruecos y Andalucía. Este viaje enriqueció el
repertorio de temas del pintor con escenas de la vida árabe y judía,
estudios de animales, cacería, armas, indumentaria, de todo lo cual supo
valerse para pintar exóticas escenas de género, lo mismo que para las
ilustraciones de la obra de Byron y sus alusiones al conflicto
greco-turco: Mujeres de Argel (Louvre); Boda judía, Músicos judíos en Mogador, Recepción del emperador Abderramán, Grecia expirando sobre las ruinas de Missolonghi.
En 1830, gracias a la protección de Thiers, Delacroix
recibió varios encargos oficiales, en los que Ingres, su inveterado
oponente, había fracasado: decoración del salón del Rey, en la cámara de
los diputados (palacio Borbón) de París; de la biblioteca de la cámara
de los diputados; de la biblioteca del senado; techo del salón de la
Paz, en el ayuntamiento de París, techo de la galería de Apolo, en el
Louvre…
En 1838 visitó Países Bajos; en 1840 expuso en el Salón La justicia de Trajano (museo de Ruán), y al año siguiente, La entrada de los cruzados en Constantinopla (Louvre). Aportó al Salón de 1845 El sultán saliendo del palacio de Mequínez; al de 1848, Comediantes y bufones árabes; al de 1849, Otelo y Desdémona; al de 1854, Cacería de leones,
alternando estas obras con cuadros de flores, naturalezas muertas,
paisajes, así como autorretratos y retratos de Chopin, George Sand…
La exposición de 1855 marcó su triunfo definitivo. En 1857, fue admitido
en la Academia de bellas artes. Según declaración propia, Delacroix quiso
unir a Miguel Ángel con Velázquez, de aquí que su pintura se mantenga
en constante equilibrio entre lo clásico tradicional y lo romántico,
como temática y exaltación de la personalidad. Por otra parte, fue un
excelente teórico, cuyo espíritu crítico, talento y justeza de expresión
se manifestaron en su Diario, salpicado de sustanciosas observaciones.
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